Antes de nada es importante recordar que la Peña Oficial del Bayern en España está reconocida como oficial y pertenece a la FSE. Por ese modo, esta Peña se distancia expresamente y por estatutos de cualquier forma de racismo, sexismo, homofobia y discriminación.
Por otra parte, si bien cada miembro tiene sus ideas y pensamientos propios, la Peña se sitúa en una postura de neutralidad respecto a aspectos externos al fútbol a excepción de la naturaleza antifascista de su fundación y es por ello que nos distanciamos de las faltas de respeto e insultos vistos el día de ayer, que, independientemente de estar o no fundamentados, no representan ni al club ni a las peñas que lo componen.
Sin embargo eso no significa que nos quedemos en silencio y es la oleada de hipocresía y exageración sobre lo que ha pasado que no es otra cosa que lo que suele pasar cada semana en otros clubs y con mensajes peores y con mucha menos repercusión.
Desgraciadamente los insultos son frecuentes en el fútbol, contra un jugador rival, un equipo rival, una afición rival pero no pasa absolutamente nada cuando se pronuncian ni se toman medidas excepto con “intocables” (La prohibición de entrada a los fans del BVB a Hoffenheim) o posible sanción futura a los del Bayern.
Estas últimas semanas hemos visto gritos racistas o incluso pancartas como en el campo del Schalke donde ni siquiera pararon el encuentro pero, cuando se trata de un empresario importante con muchos intereses en la Federación Alemana de Fútbol se debe parar el mundo porque el vale más que una persona normal y dos veces más que un jugador de color.
Sería fabuloso que la DFB y la DFL actuasen con la misma rigurosidad y la misma vara de medir contra cualquier expresión racista, homofóbica, antisemita, discriminatoria o sexista pero algo nos dice que no se hará nada como no se ha hecho nunca nada al respecto.
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